Anécdota sobre café, servicio y la Patria

¡Saludos! Lo sé… Hace tiempo no les escribía. Pero… ¡Regresé! Y aquí vengo a contarles una anécdota sobre café, buen servicio y la Patria.

Como sabrán los que siguen nuestras redes, soy un bebedor de café. Me gusta oscuro, bien hecho, sin “ajumar”, a la temperatura correcta, hecho por alguien que sabe lo que está haciendo y, preferiblemente, que le apasione lo que está haciendo. Lamentablemente, sabemos que este no siempre es el caso. Aún así, hacemos compromisos con tal de conseguir ese “boost” de cafeína.

Hace ya varias semanas, me encontraba trabajando en el sur de la Isla y se me antojaba un café. De esos que son justos y necesarios en la tarde, luego de un buen almuerzo. El famoso café de las 3:00pm…

Decidí detenerme en esta carreta donde SOLAMENTE hacen café. O sea, su “business model” es un “coffee shop” sobre ruedas. Todo da vueltas alrededor del café. Ya había probado su café antes y había sido satisfactorio, bien hecho y acompañado por un buen servicio.

Dejo mi vehículo estacionado en el “paseo”. Voy caminando bajo el sol deseoso de un buen café. Ávido por recibir un “shot” de cafeína para sobrevivir el resto del día laborable. Llego a donde se ordena. Veo al empleado embelezado en la pantalla de su “teléfono inteligente”. Cuando me ve, no muestra mucho ánimo. Parece que lo interrumpía. Ordeno mi café; el empleado procede a prepararlo. La falta de ánimo, de cuidado y de pasión eran palpables. Permeaban en el ambiente como la honestidad de nuestros políticos. [Relax… Relax… Es un chiste. No lo tome “a pecho”]. Al fin tengo mi café. Lo pruebo sin azúcar [Costumbre que adquirí hace unos años para determinar cuanta azúcar voy a usar. A veces no le echo, porque lo hicieron tan bien, que no la necesita]. Vaya sorpresa me llevé… Ajumao’… [Como si estuviera quemado]. Ni las buenas tardes me dieron. Ni las gracias por el dólar de propina que dejé, antes de probar el café claro. Si lo hubiera probado antes, dejaba cero dólares.

En un solo párrafo les acabo de describir como un negocio ha fallado en dos cosas fundamentales para su supervivencia: buen producto y buen servicio.

Es meritorio señalar que una famosa cadena de café había abierto un establecimiento a solo 2 minutos de la carreta, no fue difícil escoger cumplir con mi deber patriótico de apoyar al pequeño empresario. No sé, pero pienso que en esas circunstancias, ver a un cliente en tu negocio debería ser motivo de alegría. Vamos… Tienes a la madre de las competencias a pasos y ¡alguien se decidió por ti!

¿Cómo es posible que teniendo semejante competencia no se les ocurra mantener su “A game”? En casos como estos, tu café debe ser excelente cada vez. Tu servicio debe ser excelente. Excepcional… Que esos 5 minutos que pasa el cliente frente a tu carreta sean memorables por lo buenos que fueron. Que recuerde que tomó un buen café y que lo trataron bien. ¡Al menos den las buenas tardes! ¡Coño!

Al final, si la gente tiene que escoger entre dos “no tan buenos”, se inclinarán por el que tiene aire acondicionado y “Wi-Fi” gratis.

Esta anécdota la pueden aplicar a cualquier establecimiento. Ahí los dejo. Hasta la próxima.